Las paredes y los muros sirven de termómetro social. Si existe algo vivo en estos momentos en nuestra sociedad es el estudiantado. Los recortes en la enseñanza están mellando a la generación más preparada de la historia del Estado español, y delatando a un gobierno incapaz de entender los mecanismos de supervivencia de nuestra sociedad. Entre ellos, la cultura, la formación y la I+D, de cuya promoción se jactan todos los países avanzados del mundo.
Hay que ser necio para no valorar que esta sociedad será «rentable» en la medida que la juventud lo sea, y en la medida en que las mujeres puedan ubicarse en pie de igualdade en todos los puestos de decisión. Pero los hechos delatan la ceguera en ambos extremos de la realidad.
Dicho lo cual y solidarizándome en el fondo y la indignación del escrito, juzgaré el medio de denuncia, lo inoportuno del lugar, la agresión física contra una propiedad, nada importa si es pública o privada; hay que buscar lugares pertinentes de expresión y comunicación porque, de otro modo, el mensaje pierde su dignidad y se emparenta más con un acto de vandalismo incívico, que con una proclama en favor de la cultura y la democracia.