Leía en la web del Club del Lenguaje no verbal, un interesante artículo que giraba en torno a los vericuetos que usamos para mentir.
Según un estudio, torcer la mirada al hablar no tiene porqué significar mentir, aunque en una encuesta a nivel internacional está señalado como uno de los gestos claves para deducir la mentira.
Se tuerce la mirada por muchísimas razones, puede que en más ocasiones para decir verdades como puños. Tal vez el tópico es creerse que quien te mira a los ojos te dice la verdad. Hay quien ensaya engaños monumentales con los ojos como platos hacia tu rostro.
En mi trabajo, todo suma; más conocedora de la lengua y de la expresión oral que de la psicología, me cuesta menos percibir los armónicos de la voz; reparo apenas en el contenido objetivo, que podría estar ensayado en sus posibles variantes. Las curvas tonales suelen ayudarme y mucho. Y es posible que de modo inconsciente, me ponga a observar cómo esos armónicos buscan proyectarse en un gesto, como el tantán es arrojado por el cuero o recogido por la caja del tambor.
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