Hace unos días, leía un hermoso cuento de Paulo Coelho sobre el lápiz*, publicado en conmemoración del «Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez» (15 de junio).
En el cuento, el personaje de el Viejo le explica al Niño, a través de las cualidades del lápiz, lo que desearía que éste fuese de mayor.
La «primera cualidad», en consonancia con la perspectiva religiosa del autor, repercutiría solamente sobre las personas creyentes; pero no iría en detrimento de las no creyentes, a las que se atribuirían las otras cuatro «cualidades», ya de por sí lo suficientemente potentes y determinantes como para ofrecer una lección magistral de ética personal y vital.
Ahí radica, desde mi punto de vista, la capacidad aleccionadora y el valor del cuento, que reproduzco a continuación.
*(gracias a grafologíauniversitaria.com 😉)
LA HISTORIA DEL LÁPIZ
–¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, quizá, una historia sobre mí?
–Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
–¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción.
* Fuente: http://www.grafoanalisis.com/lapiz.htm, El País Semanal, nº 882